Límites y responsabilidades del Scouting como actividad
- Fernandez Becquer
- 17 nov 2024
- 4 Min. de lectura
El proceso de scouting tiene como finalidad última la captación de futbolistas. Con este objetivo primordial sobre la mesa, las instituciones no deben dejar de lado las distintas pautas que debe seguir un aparato formativo y su responsabilidad respecto al futuro de los jóvenes que forma
En un proceso formativo es fundamental el aporte del material humano. Tanto dentro de la institución, donde aparecen captadores, entrenadores, médicos, utileros, etcetera, sosteniendo la vida futbolística del joven, como en el contexto propio del chico, que incluye a la familia, los amigos y la agencia que los representa, entre otros actores, son parte importante del crecimiento del jugador en su formación, condicionando a corto y largo plazo sus posibilidades de éxito.
El inicio de este camino formativo es el procedimiento de selección de talento. Este proceso puede dividirse en dos partes bien definidas: por un lado, la instancia de selección psico-socio-emocional, en la que, a través de diversas entrevistas, los profesionales de la materia establecen un perfil de comportamiento del chico. Por otro, aparece la evaluación técnico-táctica, más establecida en el fútbol a través de la historia, pero que también debe contar con metodologías y profesionales que entiendan la materia como un proceso, sin apelar solo al talento como detectores de buenos futbolistas.
En ambos casos es necesario contar con profesionales con formación que no solo puedan comprender y ser parte de un proceso de trabajo, sino también construirlo, criticarlo y mejorarlo.
Esta maquinaria debe estar sustentada por la institución que la alberga. Desde allí deben surgir con claridad las intenciones que el club tiene respecto a la formación del futbolista. El rol institucional es clave, porque le ofrecerá al jugador seguridades sobre su futuro, le transmitirá la esencia del estilo de juego buscado y lo moldeará al punto de generarle un sentido de pertenencia.
En este punto cabe destacar a la sinceridad como un valor fundamental. No solo porque establecerá objetivos tangibles y posibles para el crecimiento del jugador sino también porque será la base de la formación humana del futuro profesional. Con ello, la identificación del jugador con la institución estará prácticamente asegurada.
Con la cobertura de los factores Psico-socio-emocional, técnico-táctico y de identidad institucional, podemos pasar a analizar la forma de captación de talentos desde su ideal hasta en un modo comparativo.
En gran parte, los clubes captan jugadores a través del fútbol base. Allí se pueden realizar tres tipos de scouting: el interno, cuando el club poseen competiciones internas de donde pueden surgir promesas, el externo, cuando se realizan pruebas o torneos para observar jugadores y a través de terceros, cuando interviene un captador perteneciente al club, un intermediario o un representante. Sin embargo, pese a que estos son formatos habituales de captación, no aseguran un resultado correcto.
El proceso necesita de calidad profesional y humana en cada rol que lo conforma, Al mismo tiempo debe evitar el salteo de etapas en el conocimiento general del futbolista. Esta fórmula evita la sangría de talento que, generalmente, se produce por alguna falencia importante en el área formativa o dirigencial que invita al joven a alejarse de la actividad.
Mi experiencia es relativamente corta. Pero en estos seis años de recorrido he pasado por varias instituciones de distinta índole. Desde entidades de fomento social hasta el profesionalismo, pasando por procesos formativos y amateur. En ese camino pude observar carencias de todo tipo en futbolistas con proyección. Es evidente que en esa veloz carrera hacia el “producto terminado”, la existencia de atajos produce falencias que van, a través de todo el espectro formativo, desde lo nutricional hasta lo deportivo.
La vorágine por llevar a la realidad a la promesa de turno, atenta contra el desarrollo humano del jugador. Al mismo tiempo olvidamos los distintos grados de maduración individual del deportista, provocándole una evasión de etapas del proceso que resulta, muchas veces, irreversible en su carrera. Incluso, ya en edades más avanzadas, se opta por dejar de lado la continuidad de la formación para ocuparse de la competencia.
Pero a ese futbolista que, entre los 19 o 20 años es descartado del proceso de formación, no se le entregan soluciones que, si no le implican un beneficio a la institución, al menos le provean al jugador un camino alternativo dentro o fuera del fútbol.
Esa gran cantidad de personas que le dedicaron entre un lustro y una década a formarse para ser profesionales del fútbol, resignando eventos relevantes de su vida para tal fin, un día se queda sin lugar y sin oportunidades para relanzar su sueño. En este sentido, aun teniendo en cuenta la dificultad de los clubes para invertir en recursos que no utilizará, puede fabricar soluciones sencillas a través de acuerdos o propuestas que le entreguen al jugador una segunda oportunidad. Incluso deberían revisar que posibilidad de rentabilizar la inversión pueden llegar a tener, entendiendo que estos futbolistas pueden potenciarse y valorizarse en categorías más bajas.
La crítica al scouting, a sus procesos y resultados, debe surgir, primordialmente, desde adentro de la actividad. Es relevante interpretar la captación como una parte de un todo y a los futbolistas como recursos valiosos, no solo desde lo económico, sino también desde lo humano.
Fernandez, Becquer

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